Una patadita a la extranjera... y listo.

El color es de un pajizo seco sin tono verdoso.

En nariz ya no lo es tanto, por lo visto la minoritaria chardonnay le aporta su verdor habitual y punto más de grasa. Aunque siguen las notas de manzana, la hierba verde crece respecto a la última vez que lo probé, la añada 2011. Se muestra muy cítrico, con unos limones frescos algo verdes aún.

Y fresco continua en boca, el cítrico es más amargoso, pomelo, de ligero conjunto, frugal, y con algo de sequedad final en postgusto. Agradable pero...

Sigo considerándolo un buen blanco a un módico precio, pero la foránea le ha restado autenticidad. Me ha quitado mi valor más preciado, las notas secas de campo.

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