La aparición de este vino en los bares y restaurantes de la capital alavesa hace unos años fue un verdadero bombazo. Todo el mundo lo pedía, y a los que no lo hacíamos nos miraban con cara rara. Todavía cuenta con numerosos adeptos. Lo he probado un par de veces, siempre en vaso de plástico y acompañando al bocadillo del trabajo. Me parece que su sitio está en esas situaciones, o como vino de "poteo", que es el nombre que recibe en mi ciudad la arraigada costumbre de salir a tomar vinos por los bares.