Más de tres meses después.

DISFRUTO la última botella que me queda de momento.
Todas las expectativas y las sensaciones han sido idénticas a las disfrutadas hace más de cuatro meses.
O sea un vino casi ideal, con una nariz con mucha fruta, complejidad y elegancia y con la boca totalmente equilibrada, aunque puede mejorar con el tiempo en botella, además de elegante, vivaz, estructura, gran retronasal y largo y pesistente final.
En esta ocación la acompañé con un pollo de campo en salsa y dió la talla por encima de otros vinos, con los que también he armonizado este plato, que tenían un costo el doble e incluso triple que este Alonso del Yerro.
Extraordinario en TODO, TODO.

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