La cumbre de su género

Ambarino oscuro con reflejos ligeramente yodados.

Nariz intensa y compleja que nos da esas sensaciones que obtenemos solamente con los vinos realmente viejos. Tras una importante volátil, con toques de lacas o barnices, aparecen sensaciones de maderas nobles, frutos secos, almendras garrapiñadas, especias orientales, cáscara de naranja, un ligero fondo salino y un cierto deje de frutas pasificadas. Es un vino tremendamente complejo en nariz, quizá demasiado trascendental, que merece ser indagado muy poco a poco.

Y en boca es un auténtico cañón, de paso firme y concentrado, esencioso, con mucho peso y eterno en el final. Con un impresionante equilibrio gustativo entre sabores dulces, ácidos y amargos, incluso salinos, hablamos por tanto de un vino multidimensional, que nos deja su impronta durante varios minutos. Un vino difícil de comprender y que solamente puede serlo desde la más pura emoción. Un deleite para los sentidos.

Un Cream viejísimo que procede de una de esas rarísimas “Botas NO” que se encuentran en la bodega de Valdespino y que supone una nueva edición tras la Bota 19. Y de nuevo supera todas las expectativas convirtiéndose por derecho en la cumbre del género, en un vino pleno de fuerza y complejidad, con la impronta de los mejores del mundo. Sencillamente memorable.

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