Por fin llegamos al protagonista de la cata: un 2009 que lleva poco tiempo embotellado y que no verá la luz hasta tal vez el 2015 sino después. En palabras de Paco Casas, estábamos realizando un infanticidio, pero bien que lo valía.
De color picota muy oscuro (de largo el vino con más color de la vertical), en nariz nos ofrece un festival de aromas con capas y capas de fruta roja a raudales, ahumados, sotobosque, romero, tostados e intensas notas de café con leche.
En el paladar el tanino está presente, un tanto agresivo y en absoluto con sabores dulzones. Es un vino con bastante cuerpo, muy equilibrado con una acidez media-alta que hace que no dejemos de salivar y disfrutarlo cuando nos envuelve el paladar con una magnífica fruta y termina con un largo final. Magnífico ahora y excepcional en, al menos 5 años.

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