Uno de esos vinos que me dejan sin palabras

Saca de octubre de 2011.
Ámbar oscuro con reflejos caoba y con brillo. Al final queda algo de poso.
Los aromas darían para que estuviéramos horas con la copa cerca de la nariz agitándola como tontos. La gama es de las más amplias que hemos tenido ocasión de probar en este tipo de elaboraciones, y entre todo el conjunto, destaco tonos a almendras, hierba húmeda, turba, miel, piscina cubierta (¿está catalogado ese olor?), barniz, tabaco rubio, mentolados, notas punzantes, tostados y salinos.
En boca desprende tremenda finura y elegancia. Cuando el vino está frío hay frescura, frutos secos, pólvora y algas, según se va calentando aparece la miel, el chocolate amargo, el azúcar y el sol.
Postgusto inmenso.
Tiene una perfecta combinación de fuerza y finura. Es complejo, cambiante, pero fácil de beber. A veces recordaba a un brandy y otras a un whisky Macallan. Complejo y misterioso, con una nariz que nos ha obsesionado y unos sabores apabullantes. Menos mal que nos queda otra botella.