La Carolina gusta pero no enamora

En nariz es jovial, expresivo, aunque sin estridencias, surgen aromas de fermentación, raspón, fresa y toques lácteos. Varietal fresco a medio gas, se pierde pronto, dejando un rastro de regaliz de despedida, junto a la fruta más madura. Se desvanece la chispa, recordando más a un vino despalillado que aun M.C.

En boca el comportamiento es muy parecido al de la nariz. Tiene un toque amargoso, frutal, caluroso, tanino presente, algo rugoso, llena la boca de violetas marchitas, fresa y regaliz.
Pero con poca persistencia, se va, se fue. En un día de poteo puede pasar, enfrentado o en combinación con la comida, no aguanta el envite.

La copa se queda impregnada de un color cereza borde granate de media-alta intensidad.

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