Embotellado el 21/10/11.
Cobrizo. Limpio, brillante y glicérico.
Nariz equilibrada, elegante y de meditación. Hay almendras, notas mentoladas, miel, especias punzantes, barniz, desván y piedras. Según vamos calentándolo en copa los aromas se vuelven más nítidos.
Boca cremosa, mineral y con un toque dulce. Maravillosa acidez. Detectamos bollería, frutos secos, lácteos, pólvora, algas y un final de whisky de malta.
Postgusto enorme.
Un fino con más de ocho años de vejez que proviene de una selección de dos botas. Probando estas joyas nos damos cuenta de que no hace falta viajar al Franco-Condado para disfrutar de complejidad, misterio y tradición. Una flor que tenemos aquí al lado, una pena, penita, pena que no conozcamos estas elaboraciones.