Irrepetible
De color rubí rojizo de capa media-alta. Extraordinaria intensidad y concentración, muy estable, sin apenas diferencias entre el ribete y el menisco. Brillantísimo, limpio, luminoso, con reflejos granadinos y cobrizos. Borde igualmente cobrizo, muy estrecho. Imposible acertar sus setenta y tantos años de edad. Esto no tiene explicación.
Si algo define a este vino es su profundidad císmica y un halo de misterio y oscuridad que envuelve ese pozo sin fondo, en el que va ocurriendo de todo, sin pausa. Como la lámpara de Aladino; al abrir exhala un tufillo a casquería. Parece apestoso, pero para nada: notas de faisandaje, sangre, caza, pluma, coagulación. Muy de la escuela de Fleet Street... Lleno de detalles, complejísimo, cambiante, con mucho peso y amplitud. Arrastra en todo momento una suave expresión de fruta roja muy madura, casi endrinada, y fragantes notas de flores marchitas que se funden con el resto de registros. Nos va llevando a un paseo entre estancias regias, maderas exóticas, barnizadas, salas de fumadores (cava de puros, habanos, ceniza), sillones de cuero. Señorial, aristocrático, con ese aire de grandísimo vino que tienen los Castillo de Ygay entrados en años. Aparece una veta de especias orientales, de vainilla, clavo, pólvora, cardamomos negros, y un toque a resina aromática, corteza de olíbano, con cierto perfume a incienso y anticuario de fondo.
En boca lo primero es un cañonazo de acidez que corta la boca, hiriente. Lleno de vida y de una energía que desborda la copa. Concentrado, potentísimo, con unos taninos firmes y nerviosos, que en contra de lo que cabría pensar para nada desentonan con un conjunto general de extrema elegancia y de un clasicismo casi ampuloso. Murrieta en estado de gracia, un Rioja de verdad llevado al extremo. Fresco y graso a la par, con una estructura pétrea, lleno de fruta roja, picante, fresco, de profundidad telúrica y un eterno final térreo-mineral. Largo, pletórico, especiado, lleno de verdad y emoción.
Un vino imprescindible e irrepetible. Nos preguntamos cómo en plena posguerra se consiguió elaborar algo así. No pudo ser fruto de la casualidad. Aquí hay una montaña de "know-how" cuando no existía ese término. Todos querríamos envejecer cómo este coloso, sin echar arrugas, sano como una manzana. Este va para bicentenario. Quién pudiera!!!!
Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2013/10/castillo-ygay-1942-reserva-especial.html
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Tremendo comentario! Interesantísimo "paisaje" aromático de sangre y caza muerta...
Este vino nos espera ya "a la vuelta de la esquina" en la cata que estamos preparando, he conseguido unas cuantas botellas en estado increíble, conservan intacta aún la rejilla metálica y de nivel hasta casi el corcho... Veremos -
en respuesta a Imperial Vs72 Ver mensaje de Imperial Vs72 Buenoooo, pues esa cata es como para no perdérsela. ¿Para cuando? Es la viejunada de enero? Estás poniendo el nivel muy alto. No sé que van a hacer el resto por que este vino es palabras mayores.
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en respuesta a Limonero Ver mensaje de Limonero Es para una muy especial que haremos en Segovia, queremos que sea muy muy "soñada" y que estén representados los mejores vinos históricos de Rioja. Ya iré comentando según se acerque, de momento no puedo leer mas...
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en respuesta a Gondorff Ver mensaje de Gondorff Tendríamos que agradecérselo a la gente que hace décadas elaboró este vino, y otros fantásticos. Ojalá un día se recuperen estas elaboraciones. Afortunadamente aún quedan algunas botellas de estos vinos que atestiguan cómo se trabajaba en nuestro país y como eramos capaces de producir alguno de los mejores vinos del mundo. Saludos!!!
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en respuesta a Limonero Ver mensaje de Limonero Parece mentira que en plena posguerra fueran capaces de producir esos vinos, efectivamente es una lástima que ya no exista nada semejante en España. ¿Sabes si en alguna región de Europa se siguen elaborando tintos de este corte, con crianzas tan prolongadas?.
Un abrazo. -
en respuesta a Gondorff Ver mensaje de Gondorff Cuando ves fotografías de cómo se trabajaba en esa época sólo puedes alucinar. COn pocos medios, apenas una bomba y una manguera para trasegar el vino de los tinos a las barricas (viejísimas), y poca cosa más. No sólo se trataba de largas crianzas, que en muchos casos como en Riscal y otras bodegas de la Rioja alavesa era más bien cortas. Ahí había mucho trabajo en el campo y unos criterios de calidad altísimos.
En este estilo de crianza no creo que haya nada parecido en el mundo. Vinos con 30 años o más de crianza no son rentables. Ahora hay que sacar cientos de miles de botellas año tras año y eso queramos o no está reñido con la calidad. Saludos!!!!
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No he probado este 42, pero bueno, parece ser que del año que viene no pasa, espero que salga tan bueno como comentas, la verdad que estos Ygay están en la cumbre no solo de Rioja sino de los tintos mundiales. El 59 me dejó sin palabras, el mejor tinto español que he probado hasta el momento, el 68 igualmente enorme y el 25 tiene una fuerza que no te la explicas. Grande Ygay, un mito.
Saludos,
Eugenio. -
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El sábado disfruté por segunda vez de esa bestia. Probablemente el mejor tinto que he tenido la inmensa suerte de beber. Un privilegio, de locura. Abrazos!
Ferran