Un buen vino tinto de tierra de blancos

Es un vino que lleva en sus genes una especial simbiosis entre la reciedumbre de los vinos de Toro y la delicadeza de los de Rueda.

Vista: Limpio y brillante color rojo cereza oscuro con ribete granate y aspecto muy joven; de capa media-alta, lágrima muy densa y con abundante color en su movimiento por la copa.
Nariz: Su intensidad aromática es buena, limpia y que se distingue por sus aromas muy afrutados y con claros recuerdos golosos. La fruta, roja y bien madura, se acompaña con las notas aromáticas aportadas por la crianza, que perfuman su bouquet con toques balsámicos, tostados, café negro y un ligero recuerdo a humo.
Boca: Su entrada es más delicada que potente y ese es su perfil en todo el proceso de cata en la boca ya que tanto su amplitud, estructura y cuerpo están en la misma línea, un logrado equilibrio de fuerzas y caracteres. Con notable presencia de la fruta, que nos vuelve a parecer roja y jugosa; una tanicidad pulida y una buena acidez nos lleva a un final de media persistencia, fresco y frutal.

En resumen un vino muy equilibrado en todas sus facetas de la cata, que no destaca por nada en especial, pero que quizás en esa ausencia de ninguna nota sobresaliente tiene una de sus principales virtudes ya que resulta atractivo en la copa, fácil y rico de beber, con la fruta como principal protagonista, y con una gran polivalencia para acompañar la gastronomía.
Este vino acaba de recibir una medalla de Oro en el Concurso Mundial de Bruselas 2011

Su precio ronda los 10,45 euros.

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