Una pena que desapareciera esta bodega

Picota oscuro, ribete granate, capa media tirando a alta (va subiendo según nos terminamos la botella), con algo de poso y con un brillo normal.

Decantado con una hora de antelación, desde que nos lo llevamos a la nariz (y eso que fallamos más que una escopeta de feria), notamos que se trata de una syrah que ha envejecido formidablemente. El primer fogonazo es balsámico y a pimienta negra. Después notamos regaliz, especias de monte bajo, fruta negra madura (no pasada, ojo), carne cruda, sangre, cigarrillo rubio y piedras.

En la boca todo está en su sitio. Hay acidez, hay alcohol, presente pero ya algo mitigado, hay madera vieja y húmeda y hay parte de un tanino que fue y sigue estando aunque de otra manera. El paso es masculino y picante y ha abierto paso a unos terciarios en forma de hojarasca y cueros.

Final largo que deja recuerdos a caza.

Muy bueno y muy serio. La primera vez que lo probé, hace muchas, muchas lunas, fue en Cintruénigo, en Maher. Aquella vez se trataba de un vino recién embotellado que en aquel momento me pareció una de las mejores syrah de toda España. Un caramelo puro, delicioso de beber. Lo de hoy es un punto y final; la bodega desapareció y este 2009, ha envejecido formidablemente. Brindemos por los viejos tiempos.

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