Las botellas que tengo en casa las dejaré en herencia

De color cereza granatoso de capa media-alta, cerrado, desacostumbradamente extraído incluso para un 890 "joven". Reflejos rojizos, brillante, límpido. Ribete cobrizo con gran diferencia con el menisco, lágrima tintada, gruesa.

Muy sutil en nariz, hermético, duro, con poca intensidad pero de una complejidad desbordante. Todo él es sutilidad, misterio y exigencia. Hay que prestarle mucha atención para sacar un mínimo de gama clásica de descriptores: maderas, tostados, fruta reducida, cueros, canela, ahumados, tierra húmeda... No acaba de abrirse. Crudo como un caldo que aún no ha arrancado a hervir.

En boca es potente, duro, descarnado, con una acidez exagerada y una estructura a prueba de seísmos. Necesita reposo. Freco, potente, lleno de energía, con una fruta picante y especiada de altísima calidad.

Convencidos de estar ante uno de esos raros vinos que desprenden esa íntima sensación de longevidad. Acojonante pero en este momento está totalmente crudo y por hacer. Se bebe con frución, incluso con exceso, pero no es ni la sombra de lo que puede llegar a ser dentro de unos años, de muchos años... Un tinto elaborado como hace décadas que nos acerca a la idea del Rioja original, del vino con mayúsculas. Quién quiera guardar para disfrutar dentro de 25 o 30 años, aquí tiene una apuesta segura.

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2013/07/la-rioja-alta-890-gran-reserva-1995.html

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