Cata nº 1000

Pues con esta cata, resulta que ya soy milenario en Verema. Y he reservado este lugar de privilegio a un vino excepcional, un portento de sensaciones y de armonía. Tenía una botella que compartí con unos amigos no menos especiales una noche de julio en Valencia.
Clos des Bonnes Blanches presenta color cobrizo, algo más evolucionado que la última vez que lo caté, hace casi seis años (ver abajo). Denso, limpio, precioso.
En nariz hay complejidad a raudales. A las notas típicas, de tipicidad, de la Chenin Blanc se suman otras muchas, algunas de las cuales soy incapaz de describir. Fruta de hueso almibarada, cera, polen, amielados, fruta tropical muy madura, infusión de flores amarillas (caléndula, especialmente), mineralidad caliza muy presente, talco.
Apabullante, intenso, pletórico en boca. Destaca su equilibrio, ya que su gran cantidad de azúcar residual está compensada por una soberbia acidez. Gran peso, mucha densidad, fruta compotada, miel tostada, mineralidad exquisita. Cada sorbo es un paseo por el paraíso, un cúmulo de sensaciones, de concentración de néctar. Equilibrado, armonioso, excelso. Vino de meditación, de los que no dejan indiferente y dirás alguna vez a tus nietos que lo probaste.
Dioniso fue deificado no sin razón...

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