Calidad y frescura a manos llenas

Era la primera vez que probabamos un vino de Rafael Palacios y creo que después de esta experiencia, cataré a ciegas y con plena confianza cualquier vino que venga firmado con este apellido pues el genio, la inquietud y el afán por la excelencia son características que parecen intrínsecas a la familia.

El Louro do Bolo, que nos llegaba con la etiqueta de hermano pequeño del famoso As Sortes, no se merece cargar con ningún complejo familiar, y ya desde el momento en que inunda el fondo de la copa con su brillante cascada dorada pálida, ilumina el entorno lanzando destellos acerados.

Bosquejos de ciruela verde entretejidos con la acidez de manzanas Granny Smith en sazón, dibujan delicados estampados en un intenso fondo aromático de piña tropical esparcida sobre heno recién cortado.

En boca es una tarta de fruta, con base de sedosa mantequilla y relleno de manzana y pomelo. Sorbo a sorbo, los lácteos crecen en volumen pero el perfecto equilibrio con la fruta los aligera dotando al trago de un paso franco y fresco, que sin embargo, deja un perdurable recuerdo a rica crema.

Una deliciosa pareja de baile, igualmente armónica con una crema o un primer plato de verdura, que con un arroz caldoso o una zarzuela de pescado y marisco, y lo que es más destacable aún, cuando baila solo es todavía más hermoso.

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