Domesticado

Decanté este vino, aunque ahora creo que no fue necesario. Denso y oscuro. En nariz hay cerezas negras, especias y notas minerales. En boca carece del carácter clásico de un Priorat cifrado en la licorella. Es amable, suave, y hace un esfuerzo por denotar cierta elegancia, pero que desemboca en una ligereza inusual para su ensamblaje y con un final muy justo. Es un vino sin pretenciones y ambiciones, un vino correcto para acompañar carnes rojas (muy bueno con la barbacoa mexicana de borrego), muy en la línea comercial y que seguramente deslumbrará a más de algún extranjero no iniciado (y por tanto, poco exigente) en los misterios de la garnacha vieja.

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