Rioja 1982

Dos semanas han pasado, desde que me hiciera mi suegro este regalo, y luego decidiéramos bebérnoslo sin contemplaciones pero con la gratificante tarea de disfrutarlo, apreciarlo y valorarlo en su medida.
El descorche fué relativamente sencillo, pues andaba frágil el tapón pero aguantó el envite de mi sacacorchos y tras unos cuantos lustros dentro de la botella, llegó el momento de que saltara en cascada al decantador.
En éste, se pasó un hora, más o menos, recibiendo el oxígeno que necesitaba para abrirse adecuadamente. Presentaba bastantes sedimentos en el fondo.
El color ya muestra claramente la larga vida que porta. Rubí atejado, con un brillo medio, bastante apreciable todavía a pesar de esos casi treinta años a cuestas; ribete teja y ocre con una capa media bastante turbia y apenas una ligera lágrima transparente que desaparece de forma rápida.
En nariz, tras darle su tiempo, aún permanece reducida y asoman sobretodo, la fruta licorosa, notas pasificadas, regaliz y algún resquicio de madera que en su momento la crianza le aportó. De todas formas, la nariz es lo que más luce en el conjunto, pienso.
En boca, desde luego que conoció epocas de mayor esplendor. Pero mantenía la cabeza bien alta; licoroso al trago, de nuevo. Y, sorprendentemente, demostraba una acidez todavía formal y vigorosa, como si este tinto se negase a morir desapareciendo en mi estómago y en el de mis compañeros de velada. Final de persistencia notable, para la condición del vino.
Fue una noche intensa y una forma de regresar a la Rioja, a aquel inolvidable 1982.
Gracias por el regalo, Esteban.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar