La tentación fue más fuerte que la paciencia

Después de la experiencia cuasi mística de hace pocos meses, no pude resistir la tentación de abrir otra botella: y otra vez atacado por ese tsunami de placer, esas notas de fruta roja crujiente, yeso, piedra mojada; es la excelencia de la mineralidad en un vino, esa madera fina, mejorante y nada intrusiva. Ese sabor suave pero persistente, fino como pocos, intenso y rico en matices. Una caricia en la boca que se repite una y otra vez hasta que, lástimosamente, la botella se acaba ante la tensión por llevarse la última gota. Intentaré no abrir otra botella en almenos seis meses... a no ser que la tentación...

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