Rojo rubí, ribete rojizo, capa baja.
Con buena intensidad en nariz no se muestra muy complejo aunque sí expresa cierta identidad varietal, frutas rojas maduras, flor seca, toques terrosos, un cierto fondo balsámico y herbáceo. Con más aire aparece una cierta traza especiada. Sin defectos, pero algo falto de profundidad.
En boca es sencillo, redondo, se bebe muy bien, tiene acidez y resulta largo y agradable. Final redondo con un tanino bastante bien domado y una persistencia media. Posgusto de frutas maduras y especias. Se bebe bien pero le falta el carácter que esperamos siempre de un Pommard.
Los vinos de este domaine suelen ser académicos, correctos en su concepción y bastante ajustados en su precio pero en mi opinión carecen un tanto de identidad, algo que se observa especialmente en este Pommard, falto de la “mala leche” que deben gastar los vinos de esta comuna. Bien sin más. Unos 30 euros, un poco caro para su nivel.

AOC Borgoña de viñas viejas elaborado por Chris Newman, primer estadounidense en poseer un Grand Cru en Borgoña, elaborador que evita la sobre-extracción en busca de la elegancia, complejidad y fineza como medio de expresión del terroir.

En copa presenta un color rubí con capa media apreciándose su cuerpo ligero en cuanto se agita la copa. La lágrima es fina y ligera.
A la apertura aparecen fugaces recuerdos a Brett que desaparecen enseguida y dan paso a una nariz poco intensa con frutas rojas sazonadas, tan maduras que a veces insinúa toques confitados. Algún apunte de cacao, canela, notas minerales y muy ligeros balsámicos. Todo sutilidad, todo complejidad, todo complicidad.
En boca es ligero con poco cuerpo, taninos suaves y fácil de beber. Retrogusto medio con toques de cassis, canela y membrillo dulce.
Corcho correcto en perfectas condiciones.

Un Borgoña clásico en toda regla que se merece el tiempo necesario para que evolucione y crezca en la copa.