Grande, grande...

Una bodega de 800 hectáreas, donde 19 de ellas se dedican al cultivo y aún menos a la noble y difícil variedad de la Pinot Noir. La filosofía de utilizar roble francés de los mejores toneleros, es bien aceptada y casi obligado para la crianza de la Pinot, la cual debido a su fragilidad hasta un roble de rudo tostado o americano podría echar al traste su calidad. Dicen que los vinos procedentes de la pinot son de las pocas variedades que pueden alcanzar la excelencia aromática y Cortijo Los Aguilares lo ha alcanzado con este 2008, sin duda. Desde el 2006, su enóloga Bibi García empieza a dar muestras y clara intenciones de domar el carácter arisco y su frágil delicadeza. Tras haber catado este Pinot en sus añadas 2004 a 2007, me he encontrado con un enorme exponente de hasta donde puede llegar la aclimatación de esta variedad en las alturas de Ronda. Este 2008 ha obtenido una de las dos Grandes medellas de oro entre los 1.144 vinos participantes, que otorga el mayor y mejor concurso de este varietal realizado en el mundo, así obtiene el máximo reconocimiento competitivo jamás logrado por un caldo español de esta compleja y elegante variedad.

LA CATA

Muy complejo en nariz y boca, sutil, elegante, excelente en boca por sus enormes matices que nos proporcionan como elixir bucal, un sin fin de multitud de sensaciones. Su visual propia de estos vinos, poca intensidad colorante, cereza de medio-bajo cuerpo y buen brillo. Tan solo basta un leve movimiento de la copa, para comprobar su excelencia aromática, desprende fruta roja con puntitas de cassis, entremezcladas por aromas minerales (tierra roja, caliza) sobre un fondo de sotobosque y bosque umbrío (matorral e hierbas aromáticas). Su conjunto se presenta bajo un velo floral que roza la sensación de perfume. Su corta pero suficiente crianza aporta apuntes de chocolates y ligeras notas de caza y madera húmeda. En boca se presenta en forma de placer de principio a fin, excelente volumen que conjuga a la perfección con su acidez y una tanicidad madura y dulce, frágil y delicado, aunque lleno de fuerza y carácter frutal, final sostenido y un postgusto donde vuelve a mostrar toda su complejidad. Un Pinot grande grande, para no perderselo. El problema es que prácticamente a desaparecido, así que gracias a mi buen amigo Antonio Fdez he podido acceder a esta botella.
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