Otra vez, el auténtico carácter de la Tinta de Toro.

Picota muy cubierto con menisco amoratado.

En nariz ofrece fruta roja en sazón (moras y arándanos), bien potente, monte bajo (tomillo y romero), balsámicos, pimienta, tostados finos, con una madera muy en segundo plano, realzando y no ocultando la magnífica fruta que la Tinta de Toro es capaz de ofrecer.

En boca es de paso muy carnoso pero vivo, con una ligera astringencia pero suficientemente pulido. Sorprendentemente el alcohol está perfectamente integrado y no destaca en ningún momento. Excelente conjunción de potencia frutal y madera justa. Gratísima sorpresa procedente de un obsequio (¡Gracias, Vicente!), que me ha permitido reconciliarme con la Bodega a la que, tras una malas añadas y unas desgraciadas experiencias de guarda, había vuelto la espalda. He vuelto a encontrar el auténtico carácter frutal de la Tinta de Toro que tanto me sorprendió a mediados de los 90.

Con carnes rojas a la brasa y estofados (un ragú de venado o jabalí).

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