Ya no hay que pensar que para tomarte una copa de buen PX tienes que dejarte más de 50€ en un Venerable. Hay otras opciones de menor precio que están, si no igual, casi a la altura. Cuestión de gustos.

Color caoba opaco, negruzco, con ribete yodado.
Nariz impecable, intensa, madura, tostada, pan de higo, dátiles, escarchados, torrefactos.
En boca destaca lo poco empalagoso que es, con una buena acidez que junto con el alcohol dan el contrapunto perfecto al azúcar. Me recuerda un poco al NOE, con ese paso amargoso y con cierta acidez que le hace más armónico, menos pesado. Es untuoso, persistente hasta “más allá”, con ese retrogusto torrefacto y de fruto seco amargoso (bellota) que gusta en estos vinos.
Excelente.

Caoba oscuro con tonos yodados.
Aromas de buena intensidad, ofrecidos con mucha franqueza. Toques típicos de un PX con años, higos secos, dátiles, especias, recuerdos balsámicos, maderas nobles, sándalo. Con el aire aparece una mayor definición con recuerdos de café en grano, tabaco de pipa y caramelo de tofee. Muy limpio.
En boca se muestra equilibrado, mostrando un gran balance. Con una magnífica integración alcohólica, de paso firme, concentrado, pero sin resultar en ningún momento pesado, es largo y profundo en el final que nos deja notas ligeramente amargosas con un dulzor muy bien integrado. Vino muy elegante y persistente.
Ojo a la serie Sacromonte de Valdivia, una bodega perteneciente al imperio Ruiz Mateos. Son unos vinos de gran equilibrio, perfectamente elaborados, con la profundidad que otorga la vejez pero sin perder frescura y espontaneidad. Una gama sin duda a tener muy en cuenta. Unos 35 euros, no es caro para su gran nivel.