Ni flus, ni flas...

Hierbas frescas, verdes. Desde el cocineril bouquet garni a las más proletarias que rellenan un ramo de margaritas que compras de paso; pero sobretodo destaca el aroma a peregil.
En boca es más ancho de lo que me esperaba. Notas de bollería, de bollo suizo del que se moja en la merienda de media tarde, aunque quizá me recuerda más a las galletas napolitanas de mi infancia. Quizá aparece también un toque de licor de anís y el tomillo de las cabrillas en una primavera sevillana.
Mejor que la botella anterior, pero no termina de hacerme el peso.

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