Rojo rubí, ribetes rojizos, capa media.
En nariz es intenso, puro, cristalino y fresco, pero a la vez complejo y profundo. Notas de flores secas, frutas rojas maduras, ligeros especiados de nuez moscada o clavo, unos mínimos toques balsámicos y herbáceos y un marcado fondo mineral de grafito. Agradece el aire y va mejorando con su contacto.
En boca es un vino encantador, lleno de acidez y de fruta. De paso firme y redondo, es envolvente en el paladar y nos deja un placentero final de frutas maduras y especias, con un tanino fino y noble y una gran persistencia. Se bebe maravillosamente bien y deja una magnífica impronta frutal. Fantástico con un costillar ibérico al horno.
Procedente de uno de los más importantes defensores de los vinos naturales en Francia, este Poulsard es un vino delicioso, lleno de sensaciones de terruño, pura uva, pura fruta. De esos vinos que sin duda te devuelven a los orígenes, cuando la naturaleza era quien decidía como se hacían las cosas. Sorpresón y más en su precio, unos 15 euros. Para repetir.

Si repetimos, otro vino sin nariz que apabulle, pero a cambio, en nuestra opinión, arrasa en boca.

Rubí, piedra, fruta, acidez y longitud.

Pues eso, que no necesitamos capa, ni nariz, solo vino y una porrusalda con material cortado ayer tarde en Alcarite, cuando estaba lloviendo a mares y la mar saltaba.

Rubí pálido, es de color claro.
Huele a fruta roja, a raices, a especias.
Cambia mucho.
Es elegante, con acidez, largo.
En boca, este vino resulta fantástico, no cansa, cambia, refresca, es muy amplio, se queda mucho rato.
Otro vino piedra.

Una delicia haber podido leer este primer capítulo. Pronto leeremos los siguientes.
Mientras tanto el Barça ganaba la copa, -enhorabuena-, y nosotros asomados a la bahía.