Grandioso

Dorado pálido limpio y brillante.

La nariz, tras 6 horas de aire, es intensa y perfumada, y representa el equilibrio perfecto entre frescura y profundidad. Aparecen notas florales, de fruta blanca, manzanas, melocotón, cítricas de limón y pomelo, membrillo y un ligero recuerdo de orejones. Pero las sensaciones minerales predominan en un conjunto complicado de describir. La profundidad de este vino sobrecoge y las percepciones que ofrece son múltiples, tanto que cuesta llevarlo a boca.

Pero llevémoslo a la boca. Bufff!!!. La acidez es increíble por su presencia y su soberbia integración, el paso es firme, redondo, con peso pero a la vez con frescura y el final...vaya con el final. Largo, amplio, poderoso, fresco, eterno. Dejando notas minerales, cítricas, frutales y florales. Enorme persistencia. Resulta fresco y juvenil, pero tiene una profundidad y un peso que no te los puedes creer. Un vino para guardar décadas, pero que ahora resulta a todas luces irresistible.

En esto del vino hay muchos mitos. Algunos justificables y otros no. Müller es de los primeros. Sus vinos son grandiosos, pero este Auslese llega a cotas indescriptibles. ¿Cómo es posible conseguir este equilibrio entre frescura y profundidad? ¿Cómo es posible lograr semejante expresión de un terruño? Egon lo consigue, sí, a un precio muy superior al de otros maravillosos elaboradores, pero amigos, esto sí que pienso que está sobradamente justificado. Para soñar despierto.

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