Armonía en estado puro

Da la impresión que este vino se encuentra en evolución, al menos en referencia a la anterior botella que abrí hace tres años, las notas de pequeñas frutas rojas de bosque han subido, igual que los cueros, champiñones y notas de madera vieja, todo parece más vivo dentro del orden propio del reino de donde proceden. La textura de suavidad, delicadeza y finura, alcanza con el tiempo, en ocasiones, niveles místicos y todo parece indicar que es hacia aquí a donde se dirige este 1987. La complejidad general del conjunto es casi abrumadora. La línea diferenciadora entre Tondonias y Bosconias se tensa cada vez más y se percibe más nítida cuando más envejecen los protagonistas. Aquí, ahora, el tema recurrente es la aterciopelada armonía, proporción y correspondencia entre elementos que llega a extremos mágicos.

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