Es espectacular. De una elegancia sublime, mágico.
Tiene aromas que recuerdan al pimentón, a la madera noble, cedro y especias. Es diferente, muy placentero, dan ganas de pasar de todo y gozarlo. Sale la canela, naranja amarga, arrope, sin pesadez. Luego te mete en el bosque con un recital de hongo y hojas secas, brea y mineral, tierra húmeda. Para hablar a solas en paz con tu espíritu. El laurel manda recuerdos.
En boca no iba a ser menos, es especial y grande, diria que inmenso, vivo, muy vivo, que maravilla. Con una buena evolución (que gusto da pillar un vinazo de 44 tacos armado hasta los dientes, deja en calzoncillos a muchos vinos del momento, que entre nosotros ya nos veremos las caras dentro de 44 tacos) la madera recuerda a los armarios antiguos, al sandalo, ambar, cacao en polvo. Y para rematar la boca esta llenita de fruta fresca y acida, muy viva, parece un vino actual, llama la atención, esta hecho todo un chaval.
Cata realizada en Rekondo junto a la enologa Maria Larrea, dentro de una vertical de Imperiales y Viña Reales.
Aupa Eugenio, si que fue maja la cata, la última del año. Ciertamente este Imperial del 68 me llego al alma, como al parecer te paso tambien. Un saludo.
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