Alma de Tobía * 2

De color rojo cereza y una capa digna de un vino mediterráneo.
A copa parada, fresco y frutal, de garnacha presente, que tomada por separado, rememora hermanas de Aragón. Al agitar, elegante y complejo con maderas nobles que recuerdan por momentos vecinos de la D.O.C. como el San Vicente; mientras los torrefactos, potentes, evocan a los de los vinos de Mariano García.
En boca es sabroso, con una fruta madura intensa sin llegar a la potencia de los Allende; sedoso, de cuerpo similar a un Alion de la misma añada; poseedor de una astringencia ligera, que hacer pensar que bien podría ser un 2000/01, si no fuera por la ausencia de notas de evolución y/u oxidación. El equilibrio y la amplitud son unos de los muchos factores que justifican su precio. La caudalía es larga, sin llegar por supuesto a los Priorat, pero mayor a la esperada sólo leyendo la etiqueta.
Cabe destacar la facilidad con la que puede ser bebido y maridado con pescados como el bacalao y carnes como el costillar de cordero.
Por último, decir que este vino es incomparable, a pesar de los ejemplos dados para su total entendimiento.

Elegante, sedoso, equilibrado, muy buen vino.
Posee un color rojo cereza y una capa digna de un vino mediterráneo.
A copa parada es fresco y frutal, con una garnacha sutil pero presente que aviva la alegría en la nariz, mientras al agitar, se muestra complejo gracias a las maderas nobles y a los potentes torrefactos que, siempre sin enmascarar la fruta, complementan la armonía y llenan al comensal de inquietud por saber qué delicias encontrará en boca.
Éstas son sabrosas, golosas y de un cuerpo medio que lo convierte redondo, huyendo de los extremos de algunos Riojas de corte moderno, tánicos y poco francos; éste no es su estilo: Alma de Tobía consigue aunar los recuerdos de una larga y buena crianza sin olvidar que procede de una uva nacida en San Asensio.
La caudalía es larga sin ser amargosa y, por supuesto no resulta ácida; el peso en boca es notable, mas no pesado y la ausencia de notas de evolución y/u oxidación agrandan la imagen imaginaria de un vino en su momento óptimo de consumo.
Otro atributo es la facilidad con que resulta ser bebido y maridado; la agresividad desaparece, la acidez se torna en buen atributo y todas las sensaciones percibidas engloban un conjunto deseoso de mostrarse en plenitud con la pareja de baile que uno más desee.

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