De color cereza granatoso de capa media-alta, oscuro, tapado. Reflejos rojizos y anaranjados, limpio, brillante. Borde mínimo, cobrizo, con abundancia de lágrimas, gruesas, permanentes.
Aromas de media intensidad, sin grandes alardes iniciales, marcado por una amplia nota dulzona a fruta sonremadura, higos pajerete, ciruela damascena, confitura de arándanos, que se funde en la vainilla y las maderas cremosas. Estático, retraído, poco comunicativo, con el freno de mano puesto. No acaba de evolucionar ni sacar mayores matices al respirar. Al ganar o perder temperatura desapuntan los licorosos y un especiado de fondo. Todo indica que estamos ante un Castillo Ygay más cálido que el resto de añadas precedentes.
En boca es ligero y acídulo, delgado, vivo pero falto de chicha. Hay una buena cantidad de fruta y la suficiente acidez para que no se venga abajo. Conjunto muy maduro, pulido, sin aristas, de gran corrección y pocas virtudes. Se deja beber bien pero dista mucho del vino del 2001. En general se muestra algo insustancial por no decir aburrido o monótono. A medio camino entre un vino de perfil tradicional riojano y algo más moderno. Pero ni una cosa ni la otra. Abiertas dos botellas, las dos iguales. Añada para olvidar...
Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2015/01/castillo-ygay-2000-gran-reserva-especial.html
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