¿Clásico? ¿Moderno? Da igual cuando se alcanza esta calidad

Rojo rubí, ribetes rojizos, capa media-alta.
Aromas intensos, de mucha profundidad y complejidad. Al principio ofrece una gama de fruta negra que va poco a poco desapareciendo y torna en unos deliciosos aromas muy “riojanos”. Notas de tabaco de pipa, café en grano, especias orientales, maderas nobles, cueros, toques animales, ligeros balsámicos. Es una nariz de corte actual, pero con ese deje de los grandes clásicos de Rioja.
En boca es un calco de la nariz y es un vino pleno y opulento, joven, de largo recorrido, pero siempre elegante y distinguido. Hay acidez y mucho peso, longitud final y concentración. Final profundo que nos deja sensaciones de especias y frutas maduras, con un cierto toque de café. Taninos presentes, pero nobles y perfectamente integrados. Persistente.
Un gran vino con esa inequívoca tipicidad de las míticas elaboraciones clásicas riojanas, pero sin renunciar a una modernidad bien entendida. Quizá no dure décadas, pero será longevo, estructura tiene para ello. Yo ya no lo sabré pues era mi última botella, pero a fe que la hemos disfrutado mucho. Unos 40 euros, nada caro para su clase y nivel. Quien tuvo retuvo y Riscal es un grande de verdad.

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