El encanto de la “botella” cuando la variedad se presta.

He leído y escuchado ya varias opiniones sobre este vino, en distintos foros y personalmente, opiniones siempre en una línea sublime que creo que este vino no llega a alcanzar, aún siendo magnífico.

Creo que estamos (en general) tan acostumbrados a abrir vinos antes de tiempo (concretamente alemanes de calidad) que cuando abrimos una botella como ésta, cuya principal virtud es precisamente ésa, el tener casi veinte años de reposo, es lógico que quedemos totalmente “abducidos” por el vino y por esas sensaciones distintas que nos aporta.

Ante la impetuosidad angulosa y ácida de la juventud, ante el empuje irreverente de este tipo de vinos abiertos como normalmente todos hacemos, una botella del 90, rieslin auslese, pero auslese de esos años (hoy estaría más cerca de un spatlese), con acidez, azúcar y mineralidad formando ya un conjunto integrado, extremadamente sensual, armonioso, seductor en su paso de boca y con una nariz civilizada por la botella también, sutil, compleja, sin notas “facilonas” propias de la juventud y donde ya nos aparece esa “magia” difícil de adjetivar, pues nos cuesta definir esa “flor” concreta, o ese balsámico, o ese monte bajo o anisado, las frutas tampoco están tan marcadas como esa “pera de un Gaisböhl” , etc… estamos ante un vino más intelectual y eso, por la prisa actual, nos seduce irremediablemente; es como un reencuentro con “la verdad”, con la esencia de porqué tienen fama algunos pagos, zonas o productores y nos lleva quizá a una “sobre-valoración” del vino.

Catándolo con unos amigos intenté ser prudente por dos razones: primero porque la prudencia es obligatoria siempre (máxime si eres consciente, como yo, de no saber prácticamente nada de nada) y segundo por no “romper la magia”, pues los veía disfrutar tanto que no quise, con mi opinión de pepito grillo, fastidiar el momento. Pero sí que dije: le falta el pelo de un calvo a este vino para ser grande de verdad, siendo maravilloso.

¿qué le falta? Principalmente terroir, en un segundo término algo común a cualquier otro vino de éste u otros productores y es que hace veinte años, todos sin excepción, elaboraban “peor” que hoy, pero esa es otra historia compleja y peliaguda.

¿en qué me baso? Prueben un Burklin eiswein 91 (peschtein) junto a éste y lo verán. Ahí SÍ hay terroir y en una cata conjunta sería brutalmente gráfico mi argumento.

Dicho esto, completamente de acuerdo con todos en sus virtudes, que es joven y se puede seguir guardando sin miedo, que se puede disfrutar ya de él hedonistamente como un león, que seduce, que es complejo, que no se puede pedir más, que en general hay pocos vinos que te lleven a un disfrute parecido, etc… y, sobre todo, que su precio es de risa y conseguir ese placer a esos precios es prácticamente imposible.

Dicho de otra forma, métele a este vino ese terroir magnífico que “le falta” y entonces sería un vino para competir con los grandes de cuatro dígitos. Si es que no puede ser, lo queremos todo. Este vino es lo que es, una verdadera joya… en su división.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar