Penúltima botella de este vino maravilloso. Evolución casi inexistente desde 2010. Me voy a quedar con las ganas de disfrutar el potencial que atesora, porque le queda botella para rato... Es el gran inconveniente de 1996 en cuvees de este tipo; algunos millesimés están ya en su punto, pero tanto RD como esta Grande Cuvee van necesitar años de evolución. Empiezo a pensar que añadas tipo 1995 son más agradecidas. En cualquier caso el vino está delicioso: equilibrio monumental, perfección en todas sus facetas, complejidad, posgusto eterno, delicadeza pese a a su corporeidad...increíble.
La impaciencia me puede. Parece que con el 96 se ha parado el tiempo...