Es un vino singular, único y especial.
La nariz demuestra el porqué se llama perfume al aroma de un vino: son destellos que colisionan sin descanso, complejos, variados, diferentes. Destacan las frutas frescas unidas a los lácteos a copa parada, pero cada agitación revela una nueva sensación: minerales marcadísimos, notas farmacológicas, balsámicos basados en la menta y hierbabuena, el jazmín y las violetas dentro de un gran abanico floral, frutitos silvestres maduros..... es un vino inquieto, e inquietante, pues a más aireación más sorprende hasta llegar a un elegante bouquet acanelado.
Se mastica el terciopelo que a su paso de nuevo despeja la nariz: es amplio, mas no explosivo, fresco que no ácido, ligeramente salino y su recuerdo perdura sin amargar.
Es un vino singular, tocado por las manos de Claude Bourguignon; es un vino único, jamás la Tempranillo se comportó así; es un vino especial, la niña mimada de María y Javier.

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