De color dorado intenso, limpio, sin precipitados a diferencia de otras botellas. Reflejos cobrizos, brillante. Sensación de grosor, fuerte lagrimeo.
Necesitado de aireación; ya no de horas, incluso días. Se muestra lejano de cualquier blanco actual. Al abrir predominan una leve sensación maderosa de vino sin pulir: yute, tablón, barniz, granos de mostaza, almendras amargas y un fondo de carácter cítrico a piel de pomelo o salmuera de limón. Vuelto a recuperar una semana después se muestra menos afecto a la barrica y para nada se ha venido abajo. Saca una reducción curiosa como de infusión, tallos de manzanilla, a la que suma un toque anisado, hinojo, caramelos de miel y menta, amielados, ceras, vainilla, pieles secas de mandarina. Se sale de la imagen que tenemos de un blanco actual, incluso de un vino dulce o abocado.
En boca es camaleónico: menos dulce de lo que indica la etiqueta, menos grueso de lo esperado, más joven de lo que da a pensar por su edad. Sápido, ligeramente amargoso, combinando el dulce y el ácido a idas y venidas. No podemos compararlo con nada de lo que se elabora en la actualidad por que es el último de lo suyo. Vino de los de antes, de esos semidulces que tanto se bebían en España y que han ido desapareciendo uno tras otro. Por 10 euros es un auténtico chollazo, y más si pensamos que se puede ir bebiendo un poquito hoy y otro mañana.
Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2015/01/vina-albina-semidulce-2001-blanco.html