casi 8 años después de su vendimia, este vino está que se sale.
Picota algo subido, con borde anaranjado. Lagrima abundante de lenta precipitacion.
Nariz: muy compleja, con frutillos negros en licor, mineralidad, especiado, balsámicos, dulcedumbre.
Boca: el vino está redondo. Entrada atercipelada, con potencia, intensidad y elegancia. Taninos totalmente integrados, con una acidez que lo mantiene ahí.
Postgusto: intenso y duradero, vuelven los frutillos y balsámicos.
Sorpresón, de eso que te encuentras de vez en cuando, no por la bodega, sino por el tiempo que ha pasado y lo bien que se mantiene.
Vuelvo a catar este vino, y me reafirmo en lo dicho. En estos pocos meses si acaso ha afinado un poco más la fase gustativa, y el posgusto se ha alargado. Mantiene una excelente olfativa y creo que este vino es un representante digno de su D.O.Q. Incluso es un vino para beber solo, o si acaso con muy poco acompañamiento.
Botella bordelesa alta, etiqueta estéticamente muy conseguida, no tiene contraetiqueta. Cápsula y corcho de excelente calidad, sólo tintado en su base. Color rojo cereza, menisco malva. Lágrima de muy lenta caída.
Fragante en nariz, predominando los frutos rojos maduros, las especies dulzonas tipo canela, algún balsámico e industrial. Redondo en boca, sabroso y con taninos jugosos. A pesar de lo anterior el posgusto se queda un poco corto, se desvanece un poco antes de lo que uno esperaría (o desearía) de este vino tan rico y elegante. Lo mejor la fase olfativa, extraordinaria en matices y complejidad.
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