Equilibrio perfecto

Un Champagne muy bien hecho. Ya desde el descorche detectamos una burbuja fina y nerviosa que no decae. Después, profundidad, sutileza y un buen abanico aromático que va cambiando durante las dos horas que dura la botella abierta. Al final, sorprende que pese a esa apariencia frágil y femenina, nos hayamos encontrado con un vino estructurado y de sabores persistentes, un cariz mineral que lo envuelve todo, con una acidez magnífica y un alcohol y una madera perfectamente tratados. Todo ello formando un conjunto sin aristas ni estridencias. 

Hacía muchos años que no lo bebía y no lo recordaba tan bueno. Una cuvée a tener muy en cuenta.

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