Es un vino envuelto en el misterio de un bosque humeante en otoño.

Después de 14 años vuelvo a catar este vino que tenía en mi fondo de bodega. Rojo picota de capa alta y pequeño ribete granate de irisaciones teja. Nariz de raza ribereña de Tinto Fino, con aromas de frutillos del bosque sobre leves matices tostados, terciarios que recuerdan también levemente a matices cárnicos, de sotobosque umbrío, tierra de maceta, mentoles, jara, retama, tomillo, regaliz, y un final de nariz fresco y balsámico. Hay algo de carbón vegetal, tizne de chimenea y menta con chocolate. Al final prevalece el matiz de ciruela negra alicoradita, fresca y a la vez madura. En boca es muy rico, sápido en el ataque y rápido, con sabores de frutillos silvestres en confitura bajo matices tostaditos que enseguida se perciben por vía retronasal, donde la fruta se ve envuelta algo de torrefactos, tabaco y sobre todo matices de la serie vegetal. En el paso el vino pierde un poco de fuerza y parece diluirse en una fruta más pocha, pero rica y con muy buena acidez. Posgusto fresco y elegante, de media dimensión, con cierto carácter de tueste. Magnifica nariz y expresión, es un vino envuelto en el misterio de un bosque humeante en otoño con frutillos negros en los matorrales y hojarasca por el suelo.

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