Personalidad e Idiosincrasia a pesar de todo.

Este vino continúa siendo -opinión personal- una referencia entre los grandes vinos blancos españoles. Su corte marcadamente borgoñón (vino de pago, vinificación, crianza y marketing) nos lleva inevitablemente a la comparación con referencias galas, y es ahí donde algunas sutiles diferencias (clima, terruño, acidez...?) van a determinar que la madurez y evolución de estos vinos diverja.

El color es amarillo dorado intenso y la textura densa; impresiona.
El despliegue de aromas en nariz se inicia con notas reductoras y tostados, pasando enseguida a mantequillas, flores secas y fruta madura (piña, manzana, blanca de hueso).
En boca cae; exceso de amargor y déficit de acidez -para mi gusto-. Jugoso y pleno, con elevado extracto. Encontramos fruta y torrefacción de nuevo (en boca y retronasal).

Mi impresión es que está iniciando su retirada. No obstante, disfrutable aún. Mejor con comida que solo (carnes, arroces).

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