Destapar semejante botella es como retroceder en el tiempo. El diseño de la etiqueta y el lacrado nos remiten a épocas lejanas, las de los ferrocarriles de vapor en el barrio de la estación de Haro. En la copa, el vino coge ese tono intemporal de ladrillo viejo, tan característico de los riojas a la antigua usanza. En nariz, es puro esplendor - cerezas negras cocidas, tripa de puro, tierra grasa, madera de cedro - y en boca es pura civilización y elegancia suprema : notas de compota de zarzamoras, de marrasquino, de ciruela pasa y de especias dulces. La finura de su textura y la nobleza de su sabor suscitan admiración. Nos atreveremos a decir que es tan sutil y profundo como aquellos versos olvidados, " sin nada en él que pesa o que posa. " Sabe a cultura, a tradición, a historia riojana - un sinnúmero de notas complejísimas - y tiene el poder de rejuvenecernos el alma. ( PVP : 76 € )
En 1985, Don Pedro López de Heredia recurrió a medidas drásticas invocando la protección y la inspiración de las musas, tras haber meditado sobre esta frase de Boris Vian : " El poeta escribe bajo el golpe de la inspiración pero hay gente a quien los golpes no le hacen nada."
Aquí llueve a cántaros y hace 10° : es la estación de las lluvias cortas.
Buen finde / Alain
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