Muy buen Ygay situado entre dos mundos

Rubí con ribetes rojizos, capa alta.
Buena intensidad en nariz, algo reducida en el inicio pero ganando con el aire poco a poco. La fruta es más bien negra y en sazón con un fondo especiado y balsámico, trazas de caza de pelo y tabaco, piel curtida y ahumados. Complejo y muy distinguido, con unos incipientes terciarios, pero siempre con limpieza.
En boca es un vino en plenitud, con una magnífica acidez y un paso con cierta concentración, dejando un largo recuerdo final donde aparecen las especias, las frutas maduras y los balsámicos, con un tanino todavía presente pero ya integrado y una larga persistencia que invita a seguir bebiendo.
Nos encontramos ante un Ygay entre dos mundos, aquellos clásicos con decenas de años de crianza y los actuales, con apenas 36 meses. Este se parece más a los últimos pero tiene aspectos de los legendarios como la profundidad aromática y la persistencia en boca. Uno de los mejores Riojas del 89.

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