Que mejor manera de auyentar el mal fario de un martes y trece que

Que mejor manera de auyentar el mal fario de un martes y trece que abriendo una botella de este extraordinario vino recién salido de la bodega.

Un champagne de altos vuelos, con una madurez excepcional que se refleja por un equilibrio perfecto entre concentración y acidez.

El melocotón blanco es lo primero que se nos viene al olfato dejando paso luego a las notas de confitura de limón de una chardonnay bien envejecida. Ahora un poco de vainilla y al final chispas de pimienta blanca.

En boca notamos por igual concentración y equilibrio. Aunque al principio lo notamos un poco cerrado, enseguida se abre con sorpresa dejando una sensación de riqueza y plenitud en la boca impresionantes. Una caricia el carbónico, que le da una textura prácticamente aérea. Muy ’fondé’. Trufa, vainilla, ciruela...

Todavía con vida -mucha- por delante. Un champagne perfecto ahora pero ¡qué sublime puede estar en dos o tres años!.

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