El Domaine Julien Meyer está ubicado en la localidad de Nothalten, en la enigmática Alsacia, Bajo Rin, huyendo del legendario cántico de Lorelei, hermosa ondina desnuda bañada dentro de frías aguas, diosa punitiva y compositora de música para pájaros sometidos al pecado, el lujo del buitre negro tocado del ala.
Patrick Meyer y su pareja Mireille dirigen el vuelo de su fantasía, dominados por el espíritu rebelde, emperadores del mandamiento de la autenticidad, se enfrentan al reino de la uniformidad, a la tiranía de la confusión de las masas y del pensamiento único, las botellas que no tienen epitafio no son nada.

La reina riesling, verdaderamente adorada en los solemnes simposios, comidas líquidas de alquimistas juguetones, amiga de la escarcha, escandalosa raza ácida, daga rubia de corte fino con quien te tiembla la garganta, dulce pieza mayor de máxima movilidad, te puede herir de vida.

La etiqueta dice que este vino viene de un suelo detrítico, gres, rico en elementos volcánicos, beneficiado por su forma de luna creciente expuesta en el sur de un microclima notable. Vino con una hermosa complejidad mineral contenida por una sápida acidez. La esencia del vino proviene de la energía del viñedo y la fuerza del mineral; nutren el paladar, nutren el bienestar, elevando el espíritu.

Vista: Color amarillo dorado intenso con el ribete de cobre, limpio y brillante.

Olfato: En nariz encontraremos aromas de frutas amarillas como el albaricoque y el níspero, un punto cítrico de pomelo rosa con un toque de pera limonera, también disfrutaremos de notas de especias como el clavo de aroma y la pimienta rosa con un trasfondo de flores marchitas, polvo de tocador y cal.

En boca tiene una entrada fresca y envolvente, de textura grasa, pureza y equilibrio, enérgico, finalmente devuelve su paso por el paladar con unas divertidas cosquillas en la punta de la lengua.