Cuando el afamado dueño de una bodega del sur de Francia visitó en 1987 a Steve Edmunds, después de probar sus vinos, dijo aquella frase de “la terre parle” (la tierra habla). Y es que lo que se hace en esta casa es de talla mundial y las syrah están en el top 3 de todo Estados Unidos. El problema ni siquiera es el precio (que no llega a los 100$) sino la imposibilidad de encontrarlos. No se distribuye en ningún otro país del mundo y en yankilandia a día de hoy no está disponible ni físicamente ni vía online. Además este pago no se elabora en solitario desde 2012, así que tengo serias dudas de volverlo a probar. Se trata de una syrah fina y sin artificios, con una gran acidez, sin madera, ni alcohol que tapen la materia prima, con un carácter terroso y que hace salivar que podría recordar a las que se dan al norte del Ródano. A mí me parece deliciosa, estética y pura, una cosa grande de verdad. Y voy a terminar con otra frase, esta vez de Patrick Comiskey: “If Randall Grahm brought the flash to the Rhône movement, Steve Edmunds brought the soul, a framework for authenticity that faithfully served the movement through its early years and provided a kind of moral compass. His sensitivity translated effortlessly to his wines, in blends which reflected an authentic Côtes du Rhône charm, and in meditative Syrahs. The combination got to the heart of what the movement was about... a winemaking aesthetic that would become more refined and artistic as the years progressed. Steve Edmunds has always possessed a touch of the poet, but few winemakers to this day are as committed to what amounts to an artistic vision of winemaking."