Pronto se irá el calor pero todavía apetece un buen blanco. Y no me resisto a abrir este Remelluri del que he leído y oído tanto aún a sabiendas de que este 2020 estará demasiado joven.
La botella carece de cobertura metálica y apenas tiene un ligero sello de cera (muy fina, como de vela) que cubre la parte superior de la botella y el corcho. Sale sin problemas con el sacacorchos aunque hay que tener cuidado para evitar que caiga cera dentro de la botella. Aún así, mejor solución que esas coberturas de cera gruesa y sólida que se rompen en mil pedazos y acaban tanto dentro de la botella como desperdigadas por todo su alrededor.
Inicialmente, recién vertido, llega un olor como de paño húmedo más semejante a un defecto que a un aroma, pero desaparece a los diez minutos con algo de aireación. Fruta blanca madura, alguna nota cítrica y bollería, lácticos. A los veinte o treinta minutos lo que domina es una intensa mineralidad y salinidad y ganan presencia los cítricos. Quizá también algo de manzana ácida. Siguen los lácticos.
En boca es untuoso aunque no excesivamente y muy salino. Agradablemente sabroso, salino y mineral. Muy persistente, con buena acidez y algo de amargor final. Lo siento menos complejo en boca que en nariz.
El siguiente, dentro de al menos un año. Debería mejorar.
Al segundo día curiosamente estaba más tímido en nariz y sin embargo en boca había ganado mucha exuberancia y definición. La siguiente, dentro de un año. ;)
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