Ya está para beberlo

Dorado, limpio y brillante.

Anteayer tenía algo más de chispa, mayor cantidad de cítricos y de mineralidad, hoy se ha ido apagando y lo que queda es centro de mesa, orejones, agua de azahar, canela y algún toque lácteo.

En boca es un vino que se disfruta, al que le queda acidez y que ha integrado bien la madera y el alcohol, aunque ya no pueda dar mucho más de sí. El paso es gustoso, todavía esbelto aunque va dulcificándose. En esta fase percibimos una cierta intensidad salina que le otorga frescura.

Final de mediana intensidad, que deja recuerdos a fruta madura.

Bien, pero mejor para beberlo uno o dos años antes. Sorprende además la descomunal subida que ha tenido. Estaba sobre los 15€ hace unos pocos años y ahora supera los 30€. Borgoña se ha desbocado.

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