Hay que dejarlo respirar. Un buen tiempo. Recomiendo decantarlo al menos un par de horas.

Necesita más botella; bastante más. El alcohol, 15.5%, está todavía demasiado presente.

Después de una hora comienza a abrirse en nariz, mostrando mucha fruta negra, tabaco, chocolate, especias (pimienta negra), incluso sotobosque. La intensidad es media, no exagerada. La crianza no destaca excesivamente (18 meses en barricas de 300 litros y foudres de 2000 litros) más que para añadir elegancia.

Entra en boca como el terciopelo, como siempre he recordado el Mogador. El tanino muy suave y redondo. Y vuelve a destacar la fruta negra madura. Pero deja un regusto alcohólico pendiente de integrar. No exagerado, pero inconfundible. El posgusto es largo, muy largo, pero tanto para lo bueno (la fruta persiste y persiste) como para esa nota alcohólica.

Para mí Mogador es un top-10 de los vinos de España, y por eso esperaba más. Quizá estoy siendo demasiado crítico, como un padre con un hijo favorito, pero creo que en unos años estará más integrado y mejor.

Además, he de reconocer que los 2017 que he estado bebiendo estos últimos años los tomo mientras espero a los 2016 que tengo en reserva. Y lo que recuerdo anterior son los estupendos 2012 y 2013 (estuve fuera de España cierto tiempo y me he saltado los 2014 y 2015). Por lo que quizá estoy poniendo un reto complicado a este 2017 no sólo por añada sino por la madurez que tienen los anteriores (todavía me queda un 2012!).