Conocí los vinos de Faiveley hace bastantes años en Londres, cuando aquí estaban denostados por personas que todo lo que fuera “négociant”, ya de por sí era malo Allí, en la mayoría de los restaurantes de cierto nivel, podías encontrar este básico, Clos du Roy y Framboisière y además era de lo poco que se podía pagar por aquellos lares. Hoy en día lo trae a España un conocido importador y milagrosamente todo el mundo habla maravillas de él. Creo que el de hoy es un vino que refleja lo que es la pura esencia de lo que debe ser la PN borgoñona: toques florales, a fruta roja, metálicos, terrosos, especiados y a bosque. El paso es ligero, aunque el tanino agarra, hay acidez y finura y sólo sabe a fruta, la madera no se nota casi nada (si acaso vieja) y el alcohol, aunque está ahí, lo notamos contenido. Destila clasicismo por los cuatro costados. Y repito, de “nègociant”.
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