Nos ha parecido curioso este proyecto Mixtura ya que es un vino que traspasa fronteras: busca y recupera viñedos históricos, con diferentes suelos y orientaciones (en este caso en la ribera del Río Miño), independientemente de dónde estén localizados; no se rige por denominaciones de origen, ni tan siquiera por países. Este 2019 mezcla albariños y treixaduras viejos, españoles y portugueses (Condado de Tea y Melgaço, primordialmente), por eso sale al mercado como vino de mesa.
Primario, fresco, con una madera palpable que le hace bien, sin mucho alcohol y con una acidez viva, pero equilibrada. Un vino con una cierta complejidad que seguro, mejora durante unos años.
No se lo pierdan, merece la pena.
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