Esta vez en magnum

No suelo reseñar mismos vinos bebidos en diferentes formatos, pero es que con este Shaman 2018 las diferencias son tan palpables, que podría parecer que se trata de etiquetas diferentes. Si el de 0.75 nos parece un champagne vínico y de perfil oxidativo, éste lo notamos mucho más apretado, mucho más rocoso, mucho más vertical y con bastante más mala leche. Por lo demás, los puntos en común son su excelente materia prima, su personalidad mineral, su burbuja fina y nerviosa y su acidez desbordante. Grandeza en frasco pequeño y grandeza en frasco grande.

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