Color rojo picota de buena capa, con el ribete vivo y lágrimas gordas y densas, que se quedan contigo.
Aroma claro y sincero, entre el fresco y el denso, con contenido, sentido y estilo. Sientes y palpas la fruta, la elaboración y el terruño. Hay arándanos, ciruelas, moras y endrinas junto a un monte bajo y a la tierra recién labrada. Fondo de matorral, el hormigón del depósito, el vino en fermentación, el que tu elaboras y quieres. También sientes la flor de la zarza, mineralidad, un aire fresco y ligero, lo auténtico, lo que te rodea cuando paseas en el viñedo...
En boca comunica y relata otra historia, aunque es solo en el inicio. El paso es leve en la boca, calma la sed. Es cierto que lo vives y lo disfrutas, él se deja y te maneja, va ganando en densidad, es sereno, con carga ligera pero con autenticidad, lo mascas y lo paladeas vas sintiendo lo apreciado en la nariz, se materializa, es más real, rico y placentero. Le doy tiempo y aire, el tanino se muestra único, la acidez certera y acertada. El vino te comunica y acerca tanto a lo que es el campo, como a la variedad, como a quienes lo han elaborado. Conforman un sentido y un significado. Guardare la otra botella.
Lo he catado y disfrutado junto a mi playlist del tema Dreamsville. Por resaltar un solo tema de todos ellos, diré el de Brad Mehldau.
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