A sus pies, señora Verdejo

Cobrizo. Limpio y con brillo.

Los aromas son penetrantes y con mucha personalidad. Hay toques ajerezados, flor marchita, talco, vinagre balsámico, unos cítricos que vienen en penúltimo lugar, piedras…

En boca, según vamos llevándolo a los labios, aparecen las típicas notas a Borgoña joven (fósforo y limas), sin embargo, justo después de eso, la oxidación viene para quedarse. Aparte de todo eso, buena acidez, una madera presente pero que consideramos necesaria en el conjunto y poco alcohol. 

El final deja un regusto a centro de mesa y mineralidad.

Me ha sorprendido este vino. Muy bien elaborado y al uso de esos blancos “ajerezados “ que se hacían en las inmediaciones de Rueda y La Seca hasta mediados del siglo XX.

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